Los síntomas de la rabdomiólisis incluyen fuerte dolor muscular generalizado, náuseas y vómitos, calambres abdominales y, en los casos más severos, orina oscura y roja similar a la “Coca-Cola”. El color de la orina se debe a la mioglobina, que es la misma molécula que le da el color rojo a la carne.
La rabdomiólisis se diagnostica cuando un paciente con una historia clínica adecuada presenta un nivel elevado de otra molécula, la creatina quinasa, también conocida como CK o CPK. La CPK es más fácil de medir en la sangre que la mioglobina y, en general, se utiliza como un indicador de la rabdomiólisis, aunque es la mioglobina la que produce el daño.
El tratamiento consiste en administrar grandes cantidades de fluidos intravenosos a fin de diluir y purgar la mioglobina a través de los riñones. En los peores casos, los pacientes pueden necesitar diálisis hasta que los riñones se recuperen. Si bien la muerte se produce en muy pocas ocasiones, ésta puede ocurrir cuando la falla en los riñones causa desequilibrios en los electrolitos usuales, que pueden causar arritmias cardíacas. La mayoría de los pacientes se recuperan en forma completa luego de rehidratarse con fluidos específicos. La recuperación puede requerir desde varias horas hasta una semana o más, lo cual dependerá de la gravedad.
En ocasiones, el síndrome del compartimiento aparece junto con la rabdomiólisis. Este síndrome ocurre cuando un área del tejido blando que se encuentra recubierto por tejido no expansible conectivo experimenta tanta inflamación que las presiones exceden la presión de la sangre que circula en los pequeños capilares dentro del compartimiento. La isquemia resultante mata el tejido blando involucrado. Cuando ese tejido blando es músculo, la mioglobina puede nuevamente liberarse hacia la sangre.
En general, el síndrome del compartimiento ocurre en los músculos de las extremidades y puede ser la consecuencia de haberse ejercitado en forma intensa, aunque más frecuentemente se asocia con las lesiones graves o las fracturas de los huesos largos.
Reducir el riesgo:
Las estrategias para reducir el riesgo de rabdomiólisis incluyen una correcta programación gradual de la intensidad en cada uno de los entrenamientos. Los atletas con alto riesgo son aquellos que cuentan con un nivel base de fitness obtenido mediante un entrenamiento tradicional, o aquellos que vuelven a entrenar BOOTCAMP despues de haber dejado un tiempo. Estos atletas tienen suficiente masa muscular y capacidad como para ejercitarse fuerte y lesionarse, pero no tienen la adaptación que se desarrolla con el entrenamiento regular a la intensidad real.
Los atletas que no están en condiciones no parecen tener suficiente masa muscular o la capacidad como para dañar tanto el músculo como para lesionarse. Los que practican BOOTCAMP con frecuencia y a lo largo del tiempo parecen estar más protegidos, aunque el mecanismo sigue siendo poco claro. Ciertas prácticas están más relacionadas con el riesgo a la rabdomiólisis. Somos, en especial, cuidadosos con las “fases negativos” de cada ejercicio, en donde el atleta prolonga en forma intencional la fase excéntrica de un movimiento. También, somos cuidadosos al reducir el peso a un atleta “nuevo” o que no se encuentra en condiciones para mantener la intensidad.
En general, al comienzo es mejor permitir que se detenga y tome el descanso necesario para completar la sesión de ejercicios con cierta comodidad. Alentamos a los atletas a alimentarse y beber mucha agua luego del entrenamiento. El agua es para purgar la mioglobina a través de los riñones; los alimentos son para prevenir la hiponatremia, que resulta de eliminar todo el sodio del cuerpo al ingerir demasiada agua.
No existe ningún entrenamiento efectivo que eliminar todos los riesgos de salud, pero un programa de entrenamiento completamente seguro está predestinado a generar personas sedentarias.
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