AGUJETAS? NO, GRACIAS....
¿Quién no ha oído hablar de las famosas agujetas? ¿A quién no le han dolido alguna vez las rodillas, el hombro o alguna otra parte del cuerpo tras haberse iniciado a hacer ejercicio tras un largo periodo de inactividad?
Es lo que yo llamo los “daños colaterales” del ejercicio o del deporte. Yo me voy a centrar en derrumbar el mito de las “agujetas”. Vamos a intentar explicar porque se producen y como podemos evitarlas.
La mayor parte de la población que ha realizado ejercicio a nivel amateur o incluso en alto rendimiento ha sufrido lo que comúnmente denominamos “agujetas”. Pero, ¿Qué son en realidad?, ¿ácido láctico cristalizado como dicen algunos?. No nos dejemos engañar.
Las “agujetas”, también llamadas DOMS (Delayed Onset Muscular Soreness) o DMT (Dolor muscular tardío) son dolores musculares que aparecen pocas horas después de haber concluido el ejercicio y alcanzan su pico de dolor entre las 24 y 48 horas después. Estos dolores aparecen debido al sobreesfuerzo que supone la actividad preferentemente de tipo excéntrico (cuando el músculo se alarga) en sujetos que no están acostumbrados a ella.
Normalmente los dolores se localizan en aquellas zonas donde el músculo más se ha podido estirar y más tensión ha soportado durante la contracción, provocándose destrucción muscular a nivel microestructural (tejido conjuntivo del músculo).
¿Cómo podemos evitarlo o remediarlo?
Existen varias alternativas para que estos dolores no aparezcan o sean reducidos. Olvidaros del agua con azúcar.
Si no hemos empezado a entrenar, lo mejor es respetar el principio de progresión de la carga, que dependerá del nivel de fuerza inicial de cada sujeto, a partir de ahí iremos aumentando la carga de los ejercicios por lo general de semana en semana. Junto a este principio, va ser fundamental que estiremos los músculos trabajados tanto al principio como al final de la actividad, pero ¡ojo!, tampoco en exceso, que puede ser peor.
Si el daño esta ya hecho, que es lo normal, nos centraremos en estos tres consejos:
1. Aplicación de frío junto con masajes en la zona afectada
2. Ingesta de analgésicos (aspirina) y de vitamina C (ataca a los oxidantes)
3. Realización de ejercicio moderado (gracias a las endorfinas nos proporciona placer y lleva nuestra atención hacia otras musculaturas menos afectadas).
FUENTE: Juan Durán Postigo Instructor de Bootcamp en España
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